Cuando entré
Cuando entré en la adolescencia, me dio por cantar canciones de moda y otras que inventaba.
El problema a vencer era practicar mi voz, que - convencido estaba - era única, formidable, lista para el golpe de suerte.
El problema a vencer era practicar mi voz, que - convencido estaba - era única, formidable, lista para el golpe de suerte.
Sólo había que trabajarla.
No podía ser en la ducha con aquel cubo que vaciábamos con un jarrito y de manera rápida, sobre el cuerpo
Entonces descubrí los bordes de la Carretera en los que un inigualable fondo de ruidos de carros, podían simular una orquesta. Y yo no me inspiraba en lomas, ni soltaba mi voz al silencio de los potreros,
para que mi voz se explayara y lograra registros de concurso, necesitaba orquesta.
No podía ser en la ducha con aquel cubo que vaciábamos con un jarrito y de manera rápida, sobre el cuerpo
Entonces descubrí los bordes de la Carretera en los que un inigualable fondo de ruidos de carros, podían simular una orquesta. Y yo no me inspiraba en lomas, ni soltaba mi voz al silencio de los potreros,
para que mi voz se explayara y lograra registros de concurso, necesitaba orquesta.
De manera que le cogí el gusto al caminito paralelo a la Carretera,
cantando un poco sobre lo bajo cuando no había carros, envalentonándome cuando pasaban.
Pero se fue la adolescencia y la Carretera Central
y la música.
Pero se fue la adolescencia y la Carretera Central
y la música.
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