De uniforme
Me duele que lo haya esperado como una pulsera de buena suerte,
pero se fue
y no dejó más que el sabor del regreso.
La loma que lo sabe,
me contiene en sus curvas de lontananza.
Trepado en ella, todo llega.
Nada falta.
La loma sabe de dos lamentos: el de Sor Juana Inés de la Cruz
y el del aire.
Estiro mi mano para alcanzar el aire y la loma me pellizca,
quieto, me dice, respira.
Para esperar al Viernes, me dedico a recibir críticos de varias tendencias.
Me da vergüenza mi embullo es de mozalbete
cantando a lo virgen,
tirado por el piso, desaliñado y tristón.
Miro a mi loma de reojo,
con un cálculo cínico.
Los críticos abrochan mi uniforme,
y cuando bajo de la loma,
el día me ignora.
Yo uniformado
y la loma,
viéndome.
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