No acierto
No acierto a cambiar mi cara.
Le pongo un barniz diferente cada día.
No protesta, y dentro de mi cara, sigo yo.
A veces me da risa.
Una risa a la que llamo señorío de los disfraces,
y los disfraces van saltando como yo,
dentro de su cara.
Tal vez hagamos una comparsa y nos dé vergüenza
la ausencia de pellejo.
Si yo sumo las ambigüedades,
aún sigo siendo el recién nacido que sintiendo la luz entreabre los ojos,
y luego los cierra para saberse a gusto.
A veces, cuando no me río, mi cara recibe su descarga habitual
A veces, cuando no me río, mi cara recibe su descarga habitual
y la soborno con una tristeza que ni ella misma sabe,
y por allí nos vamos, mi cara y yo, una cara sobornada, pintorreteada, y yo.
Le doy la punta de mi meñique y se aferra como a la nada, como a mí mismo.
Con ella se puede celebrar alguna necedad.
Con ella se puede celebrar alguna necedad.
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