Para qué los arcos
¿Para qué los arcos tan caprichosos del ciprés
si la muerte lo precipitará de todas maneras al fondo por debajo de la baranda?.
¿Para qué ese empeño de la escalera en la duda;
¿Para qué ese empeño de la escalera en la duda;
esa ridiculez del cocotero agrupando a los hombres frente al que habla?.
¿Para qué la atención de la lectura en no la risa, el tocar de los labios más atrás del beso y reconocerse al fin en la clandestinidad; para qué la fama y creer terminar cambiando las letras?
Para qué el recuerdo si lo inmortal está en la misma frontera que se está sintiendo;
para qué persignar al Babylon y a los sombreros si nunca olerán la comida;
para qué la trova, el descifrar los signos.
Sé cruzar los puentes bajo la llovizna, la bruma,
Sé cruzar los puentes bajo la llovizna, la bruma,
la insospechada tristeza de este lado.
Árboles siempre se empeñarán en llenar los bordes,
Árboles siempre se empeñarán en llenar los bordes,
y sé que bajo el puente esperarán,
y ni ellos podrán con el tono preciso de la voz.
Me quitaron el miedo y nadie se atreve a quedarse.
Miro sobre el hombro con trampas de cine, eternas,
Me quitaron el miedo y nadie se atreve a quedarse.
Miro sobre el hombro con trampas de cine, eternas,
duras de su valor a ciegas: ¿para qué oír tantas voces adentro?
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