Ni flores ni espinas
Hoy tengo ganas de escribir.
Hoy, que parece un día especial, destinado a desgajarse en mí,
a extraer la pulpa y luego escupirla sobre los fantasmas
que están detrás del papel.
Pero no muchas ganas.
No son ni siquiera erupciones de circunstancia.
Si acaso un bochorno de lo que deberían ser.
Unas ganas de terciopelo, abismadas
en las sinuosidades de estos ojos
que se posan en el filo amargo de una hoja,
en el ronco fluir de mis jugos.
Y son ganas que no son ganas de escribir.
Probablemente sean una apetencia de vómito,
y las palabras no ayudan, como se le antojó decir a aquel.
Escribir sería un manto más,
una cubierta de pelusas alérgicas a mi párpado.
Mi párpado que baja, y cierra al mundo.
Y allá abajo,
debajo del mundo, estornuda.
Con ganas,
con alivio inmediato.
Hoy, que parece un día especial, destinado a desgajarse en mí,
a extraer la pulpa y luego escupirla sobre los fantasmas
que están detrás del papel.
Pero no muchas ganas.
No son ni siquiera erupciones de circunstancia.
Si acaso un bochorno de lo que deberían ser.
Unas ganas de terciopelo, abismadas
en las sinuosidades de estos ojos
que se posan en el filo amargo de una hoja,
en el ronco fluir de mis jugos.
Y son ganas que no son ganas de escribir.
Probablemente sean una apetencia de vómito,
y las palabras no ayudan, como se le antojó decir a aquel.
Escribir sería un manto más,
una cubierta de pelusas alérgicas a mi párpado.
Mi párpado que baja, y cierra al mundo.
Y allá abajo,
debajo del mundo, estornuda.
Con ganas,
con alivio inmediato.
Comentarios
Publicar un comentario